En medio de toda la confusión de cómo calcular la sostenibilidad de los diferentes materiales, debemos dejar las cosas claras: la piel es más sostenible que las alternativas hechas por el hombre.
Como sabrán los lectores entusiastas de RLSD, la piel está hecha de piel de vaca que son un subproducto de la industria ganadera. Si dejáramos de producirla ahora, no se criarían menos vacas, pero 300 millones de pieles en todo el mundo se enviarían a rellenos sanitarios o se incinerarían, provocando 6.6 millones de toneladas de emisiones adicionales de gases de efecto invernadero (GEI). Por lo tanto, si usamos la piel, estamos haciendo uso de un recurso valioso y evitamos las emisiones de GEI provocadas por la eliminación.
Las alternativas a la piel, como el poliuretano y el cloruro de polivinilo (PVC) están hechas de aceite. Los gases de efecto invernadero se liberan cuando se extrae el petróleo y cuando se producen los materiales.
No podemos negar que la fabricación de la piel no produce GEI, pero hay una gran compensación. En primer lugar, con las emisiones que se crearían si se abandonaran las pieles, y en segundo lugar con las emisiones que se crearían haciendo las alternativas que se necesitarían si no se produjera la piel. El uso de la piel evita que se creen estas emisiones.
También tenemos que examinar lo que sucede al “final de la vida”. Los artículos de piel no solo duran más, se usan más y se reparan más fácilmente que las alternativas, sino que cuando al final son abandonadas, se biodegradan en unos 50 años. Los sintéticos tardan hasta 500 años.
En tiempos recientes que se suspendió el Índice Higg y sus creadores, la Sustainable Apparel Coalition están trabajando para mejorar el sistema. El índice fue creado para calificar la sostenibilidad de diversos materiales usados para fabricar ropa, zapatos y accesorios que luego se etiquetaron en el producto final. Se suspendió debido a que la Autoridad Noruega del Consumidor encontró que las reclamaciones violaban los requisitos de etiquetado verde de la Ley de Control de Comercialización de Noruega. Informes recientes de los medios de comunicación revelan que el Índice Higg se basa en información “científicamente obsoleta”, no destinada a comparaciones entre productos y no a “una base para las afirmaciones ambientales”, que son problemas que las industrias de la piel y las fibras naturales han venido expresado durante años.
El método usado calculó el impacto ambiental de los productos de la cuna a la puerta, es decir, desde la creación del material usado para fabricarlos hasta que estuvieron listos para su venta. Entre las discrepancias, no se aplicó en los sintéticos el mismo enfoque de la cuna a la puerta. Además, todo el enfoque ignora cuántos usos tuvo cada cosa y qué le sucedió después de su eliminación. Obviamente, estas cosas tienen un gran impacto en la sostenibilidad. Otras críticas se referían a la falta de transparencia de los métodos utilizados para los cálculos, y que los cálculos para algunos productos parecían basarse en la mejor producción posible y otros usaban prácticas ineficientes o eliminadas que no se usaban de manera comercial. Las prácticas de producción pueden variar en gran medida todo el mundo y el Índice Higg clasificó los productos hechos por el hombre consistentemente por encima de los naturales, incluyendo la piel, la lana y el algodón.
Antes de su suspensión, el Índice Higg se usó como base para la legislación de sostenibilidad pendiente en los Estados Unidos y la Unión Europea, por lo que es vital que la nueva versión, o cualquier método usado para calcular la sostenibilidad en el futuro, haga el trabajo correctamente.
Mientras tanto, si deseas elegir el material más sostenible, elije un subproducto. Elije algo duradero y fácil de reparar. Y elije algo que se biodegrade cuando finalmente hayas terminado de usarlo. En resumen, ¡elige la piel!